Se ha dicho que “la gente tiene problemas y las instituciones académicas tienen departamentos e investigadores”. Este tipo de afirmaciones generales revela justamente la necesidad de interlocución entre la población y las instituciones, referible a un diálogo de saberes cuyo impulso procede precisamente de la existencia de problemas concretos que precisan el concurso de diversas aproximaciones y competencias
La noción de diálogo de saberes ha recibido considerable atención durante los últimos años, especialmente en campos donde se cruzan teorías y prácticas de la sociología, la antropología, la educación, la ecología política y las etnociencias. Las principales definiciones y debates en estos campos, no es compartir un estado del arte del concepto de diálogo de saberes, ni tampoco profundizar en las ideas de algún/a autor/a o desde una disciplina.
Al abordar la noción de diálogo de saberes desde la IAP nos percatamos de la importancia de resaltar tres aspectos fundamentales que al ser ignorados amenazarían la efectividad epistémica y política de los procesos participativos. Estos aspectos están interrelacionados y se refieren a la expansión de la noción de saberes que permita la inclusión de otras dimensiones del vivir; a la distinción entre diversidad y desigualdad.
Al abordar la noción de diálogo de saberes desde la IAP nos percatamos de la importancia de resaltar tres aspectos fundamentales que al ser ignorados amenazarían la efectividad epistémica y política de los procesos participativos. Estos aspectos están interrelacionados y se refieren a la expansión de la noción de saberes que permita la inclusión de otras dimensiones del vivir; a la distinción entre diversidad y desigualdad.
Los saberes son el conjunto de prácticas educativas realizadas en sectores populares, dentro de una perspectiva política de cambio social. El diálogo de saberes en educación popular e investigación comunitaria se ha comprendido como principio, enfoque, referente metodológico y como un tipo acción caracterizada por el reconocimiento de los sujetos participantes en procesos formativos o de construcción grupal de conocimientos. La aproximación que se hace al diálogo de saberes, en este texto, apunta a entenderlo como un tipo de “hermeneutica colectiva” donde la interacción, caracterizada por lo dialógico, recontextualiza y resignifica los “dispositivos” pedagógicos e investigativos que facilitan la reflexividad y la configuración de sentidos en los procesos, acciones, saberes, historias y territorialidades.
Para emprender el camino del diálogo en procesos de educación popular y de investigación comunitaria se requiere tener en cuenta algunas condiciones como: el reconocimiento de sujetos dialogantes, los ámbitos que lo posibiliten y, sin duda, las experiencias vitales diferentes/semejantes, que quieren ser compartidas. Una manera de complementar los deseos de búsqueda de significado y sentido para seguir actuando en la vida es interrogándose y desentrañando ideas desde nuestras propias categorías, entender un tema o asunto específico que lleve por sendas intransitadas, e impulse sinergías entre diferentes saberes.
El diálogo ocurre cuando entre los sujetos de conocimiento se crea un escenario propicio para quienes quieren conocer un tema. Los interlocutores entran en una conversación que rompe las ataduras de poder entre quien supuestamente sabe y quien no sabe. Esta dicotomía inhibe la reflexión y suprime el entendimiento conjunto lo cual perpetua el autoritarismo. Cuando se plantea un diálogo de saberes, es preciso preguntarnos qué realidad concreta refiere; es decir, qué retos operativos supone, qué desafíos epistemológicos plantea.
Por saberes locales se ha entendido las representaciones y prácticas compartidas, reproducidas informalmente, arraigadas en tradiciones particulares y circunscritas territorialmente, que involucran a su vez recursos construidos a partir de la diversidad biocultural local.
Cabe retomar la propuesta de Leff de que “los saberes y las prácticas tradicionales son parte indisociable de los valores culturales de diferentes formaciones sociales, constituyendo recursos productivos para la conservación de la naturaleza y a su vez capacidades propias para la autogestión de cada comunidad” (Leff, 2002, 177).
Por ello, un diálogo de saberes, aspirando a superar la exclusión epistemológica y a optimizar las diversidades en juego, no consiste en un mero “ejercicio de interculturalidad” desprovisto de un contexto social y político. Si para Bonfil (1997) la eliminación de la desigualdad es condición para que florezca la diversidad, lo es a su vez para que florezca, de manera cabal, un diálogo de saberes, pues, en condiciones apropiadas puede también coadyuvar hoy en procesos locales dirigidos a incidir en escenarios concretos de esa desigualdad.
Referencia Bibliográfica.
Batalla, Guillermo Bonfil. 1997. "Lo proprio y lo ajeno: una aproximación al problema del control cultural." Revista Mexicana de Ciências Políticas Y Sociale
Leff, E. Escurra, E., Pisanty, I. and Romero Lankao, P. (Eds.) 2002. La transición hacia el desarrollo sustentable. Perspectivas de América Latina y el Caribe. México: SEMARNAT-INE-UAM-PNUMA (second edition)
Muy buena información compañera, realmente es de suma improtancia poder darle la importancia que tiene los conocimientos que tienen las diferentes personas en la comunidad
ResponderEliminarEl diálogo es una herramienta fundamental para generar conocimientos. excelente trabajo
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